Los partos son sagrados

Quiero hablarte del parto, de la importancia que tiene este gran momento en la vida de una mujer y de su criatura. El nacimiento de un bebé, su llegada a este mundo, y la transformación de la vida de esa madre, es sin duda uno de los momentos más trascendentales por los que pasamos.
Recuerdo bastante bien mis dos partos, toda la preparación que hice, todos los rituales a los que me entregué y, sobre todo, la carga simbólica que le di (y le sigo dando) a ese momento. Para mí los partos están llenos de simbolismo, están llenos de energías, de tótems, de anhelos, de expectativas, de objetos o imágenes que nos arraigan y nos hacen pisar tierra. Todo ese ritual, toda esa ceremonia es tan transformadora que sin duda se convierte en un rito de paso para todos los implicados.

Tener herramientas y recursos que durante el parto nos den fuerza, valentía y sostén, para poder avanzar contracción tras contracción, ola tras ola, es fundamental. El parto es algo muy personal en donde la manera de ser de cada mujer va a marcar, en gran medida, como va a desarrollarse el acontecimiento, por eso es tan importante rodear este instante de buenas vibraciones, de elementos que nos den seguridad, de técnicas y previsiones que nos hagan más fácil el camino. Herramientas con las que nos vinculamos (durante todo el embarazo al menos), que tenemos integradas en nuestro día a día y que nos hacen sentirnos seguras, para poder soltar y vaciarnos sin miedo y en paz.

Cuando las personas no dan importancia al momento del parto y nacimiento y menosprecian esta circunstancia sagrada, rompen esa conexión entre el cuerpo, el alma y la emoción de la madre y su criatura.

Cuando pasamos por encima las necesidades y los deseos de las familias para ese momento, estamos deshumanizando un espacio y tiempo divino. Y a mí que me encantan los altares, las imágenes que nos transforman, las canciones que nos evaden o cualquier tipo de objeto que nos genere una buena sensación, que nos traiga al presente y que nos haga crecer nuestras raíces para poder desplegar las alas, soy una devota de lo que se llama «las guardianas del nacimiento». Porque los partos y los nacimientos son momentos milagrosos, dignos de diosas, que hay que guardar, cuidar y sostener, pase lo que pase.

Cuando las mujeres parimos somos tan poderosas, tan fuertes y tan capaces de sostener el dolor, el cansancio, el miedo,… que sin duda nos hace dignas de ser divinidades en esta tierra, auténticas diosas. Creamos la vida en nuestro cuerpo, la hacemos crecer, la parimos y la alimentamos con nuestro pecho. Ninguna máquina se puede equiparar al gran poder que tenemos las mujeres y quien haya visto un parto puede que haya sentido miedo en algún momento por tantas imágenes aterradoras de lo que suele ser sangre, gritos y dolor, pero si miras con los ojos del amor, on empatía y sobre todo con admiración, te podrás dar cuenta de que la mujer cuando pare se abre en canal entre el mundo terrenal y el mundo divino. Te darás cuenta de que se mueve entre la vida y la muerte, entre la alegría y el miedo, y solo cuando es capaz de dejarse llevar y de ofrecer todo su cuerpo y todo su ser por la vida de su criatura, entonces es cuando consigue relajarse y comprende el mensaje.

Los partos son sagrados. Todos los partos son sagrados.